Mi Rose macarra.
Puedo
llorar y gritar, siento calor y mis músculos despiertan. Siento rabia y ganas
de romper con todo. Ganas de estar solo y pensar que solo así respiro. Pero te
encuentro al otro lado de la cama y me sonríes mientras escribo estas palabras,
que aunque iban hacia la guerra, ahora solo buscan la paz de tus labios. Puedo
odiar al mundo, u odiarme a mi mismo, pero tú me haces volver a ser yo, el yo
verdadero, el que necesita tus caricias como ese cigarro que te fumas de manera
tan sensual, que solo a ti se te puede apagar mil veces. Porque te echare de
menos cada vez que mire al otro lado de la cama y piense ¿por qué no volver a sentir tus caricias, tus manos sujetando mi vida, y tus besos, esos que me
pierden y me llevan fuera de mis problemas?
Porque
gritaremos al sol cuando nos despierte mañana, porque queremos más abrazos, más
caricias, más momentos en los que nos contamos las penas. Mandaría a tomar
por culo a la luna, que dicen que quiere ocupar tu lugar cuando me faltas y la
gritare cuando se asome que solo tus dedos saben acariciarme, solo tus labios
saben besarme.
Eres mi
Rose macarra a la que dibujo con palabras, que te llevaras también mi lienzo,
mi pequeña obra de arte dedicada a tus pelos de loca. Que exprimiremos cada
segundo del tiempo que pasamos juntos. Porque hasta de la noche más oscura
sacamos una preciosa balada tocada a piano, y ya solo me falta decirte que
descanses, mi pequeña.
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